domingo, 27 de abril de 2014

Lucha.

<<Even if you cannot hear my voice
I'll be right beside you, dear>>.

Ahora más que nunca maldigo la distancia que nos separa, esos 600 km que me impiden darte la mano, apretártela bien fuerte como si con eso te obligara a quedarte conmigo. Esa distancia que te mantiene a ti allí, en una cama de hospital, y a mí aquí, estudiando. Casi puedo oír tu contestación, como cada vez que te decía que estaba haciendo deberes: "Tú siempre estudiando, cariño. ¡Qué trabajadora me eres!". Antes, te contestaba con una risa y un "ya ves"; ahora todo lo que puedo hacer es tragar saliva y parpadear con fuerza, luchar contra el coraje que me da preguntar cómo estás por miedo a la respuesta.

Y vuelvo a maldecir a la distancia, porque ahora más que nunca me gustaría estar allí, a tu lado, sentada en una dura silla de plástico pero viéndote, viendo cómo tu pecho sube y baja, cómo tu corazón late, lento pero seguro. Una prueba de que sigues aquí, conmigo, con todos, de que sigues luchando. Porque es lo único que te pido ahora, es lo único que te suplico.
Lucha, abuela. Por favor.
Sigue luchando y jamás te des por vencida.
Lucha porque quiero volver a verte, quiero volver a abrazarte con fuerza aunque tú te quejes de que tenga que agacharme para hacerlo. Quiero volver a oírte. Tu risa. Tú.
Lucha por aquellos momentos que te encanta recordar, como cuando vivíamos en Zaragoza y yo era una canija de dos añitos que se empeñaba en acompañarte a ir a comprar el pan, toda mi pequeña y regordeta mano para rodearte un dedo mientras caminábamos con la rapidez que mis cortas piernas me permitían. O como cuando ya estábamos en Valladolid e íbamos a pasear con Roy al bosque. Lucha para volver a contarme aquella historia de cuando Reggie te llenó la cara y el pelo de pinzas de la ropa porque "te estaba disfrazando de india". Lucha para recuperar nuestro ritual de llamarnos todos los domingos y contarnos cualquier chorrada. Lucha para volver a tener una reunión familiar y sentarte "al lado de tu niña" en aquella enorme mesa, o para reírte de nuevo cuando se quejen de que una vez que empiezas a hablar no hay manera de callarte.
Quiero que digas de nuevo tus "me se" que en cualquier otra persona sonarían vulgares, pero que en ti suenan divertidos. Quiero que vuelvas a relatarme tus tardes de paseo por el parque con Gigi o simplemente cómo te has pasado la mañana entera liada limpiando tu pequeño piso.
Lucha por todas aquellas veces que me tumbaba en tu pequeño sillón, con mi cabeza en tu regazo, y me dormía mientras tu jugabas con mi pelo, sabiendo que cuando me despertara tú seguirías allí, esperándome con una sonrisa y un flan preparado en la cocina. Lucha para que el año que viene, cuando ya viva en Madrid, pueda ir a verte y reírnos juntas de que estos 600 km se hayan trasformado en unas cuantas calles solo; para que puedas volver a hacer "los espaguettis de la abuela", que como esos no hay otros.
Todos te queremos, todos te necesitamos.
Y tú eres una luchadora, abuela, lo llevas en la sangre al igual que nosotros. Desde siempre has luchado, por ti, por tus hijos, por lo que creías justo.
Así que ahora yo te pido que sigas luchando, con fuerza, con energía. Aunque estés cansada, triste, aunque no seas la misma por los golpes de la vida. Levántate y sigue adelante, como todas las veces que te has caído.
Quédate conmigo un poco más, por favor.
Te quiero.